Para borrar un “deja vu”.

Acabo de leer el editorial del El Nuevo Día "La inversión agrícola no debe seguir esperando"  ( 23 de marzo) y el artículo "Agroecología: apuesta para tiempos de crisis y el futuro”, del agricultor Ian Pagán Roig ( 24 de marzo).Entusiasma la un…

Acabo de leer el editorial del El Nuevo Día "La inversión agrícola no debe seguir esperando"  ( 23 de marzo) y el artículo "Agroecología: apuesta para tiempos de crisis y el futuro”, del agricultor Ian Pagán Roig ( 24 de marzo).

Entusiasma la unanimidad que guardan en cuanto a que el bienestar económico y la vida social digna de todos está atada a las dos actividades productoras más antiguas de la humanidad: el uso sabio de la tierra y la producción agrícola.

Confieso que los leí con gran optimismo y esperanza. Pero también con cierta aprensión provocada por un deja vu. Y digo esto porque cuando repasé ambas notas me pareció que había leído convocatorias pasadas casi idénticas cuando investigaba para escribir Puerto Rico en la Olla: ¿somos aun lo que comimos? (Doce Calles, 2006). La imaginación me llevó a rebuscar en mi biblioteca el archivo que tengo dedicado únicamente a los discursos y los mensajes a la legislatura de LM Marín. Y ahí estaba el causante del deja vu. Se los comparto:

 “La batalla por la vida buena no ha de tener todo su afán en la industrialización. Una parte ha de estar en la agricultura. En Puerto Rico hay todavía hoy [1949] mucha tierra desempleada o parcialmente empleada, o ineficazmente empleada. Es moralmente delito grave poner obstáculos al uso de la tierra en una comunidad que tiene tan poca tierra, o el negarse a entender sus mejores usos. En Puerto Rico no hay derecho moral a impedir básicamente la producción. Con la buena voluntad de todos debemos esperar que, en algunos años, que no sean muchos, no quede una sola cuerda de tierra utilizable que no se está utilizando en la forma más adaptada al mayor producto de esa cuerda. En estrecha cooperación la Legislatura y el Ejecutivo y todas las agencias agrícolas, y los agricultores, y trabajadores, y la opinión pública en general, deberemos emprender esta gran hazaña económica”

Gobernador Luis Muñoz Marín, Mensaje a la Primera Legislatura Ordinaria de la Decimoséptima Asamblea Legislativa de Puerto Rico, 23 de febrero de 1949.

De una manera más crítica- no tan demostrativa como el artículo de Ian Pagán-, el autor o autora del editorial invita a la institucionalidad a no esperar más, y usa la siguiente cita: "Dice un proverbio chino que el mejor momento para sembrar un árbol era hace veinte años, pero que el segundo mejor momento es ahora."

Nunca he creído a fondo en otro proverbio- romano en este caso- según el cual la Historia (así, con h mayúscula) es "magistra vitae". Por lo tanto, si seguimos el proverbio romano, del estudio del pasado derivamos ciertas lecciones para no cometer los mismos errores en el presente. Este axioma, como demuestra el récord histórico, es falible. Pero no es del todo falso si logramos, al estudiar el pasado, crear perspectivas de análisis explicativos.

En el caso de Puerto Rico la historia nos indica que fue hace 72 años que se nos olvidó sembrar el árbol, como nos demuestra el mensaje a la legislatura de 1949. ¿Qué pasó con la promesa de LMM? ¿Cuáles prioridades se erosionaron y por qué? ¿Cuál fue la economía política de la alimentación que implementó el estado colonial entre 1952 y 1980, abandonando la agricultura nacional? ¿Cuáles fueron las fuerzas, los intereses y los actores que produjeron el viraje?  

Preguntas similares tenemos que hacerlas y conversarlas hoy, pero mirando al futuro ¿Un foro, conversatorios comunitarios vivos, un junte de todas las fuerzas tejidas en la economía política y cultural de la comida? ¡Hay que hablarlo en conjunto, como de paso insinúan los dos escritos! ¡No podemos esperar más!

The Foodstorian

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